lunes, 15 de marzo de 2010

EL ASESINATO DE CESAR

GUARDATE DE LAS IDUS DE MARZO.

Hoy, Id. Mart. Np, se conmemora el 2.053º Aniversario de la muerte de Julio César.


El 15 de marzo del año 44 a.C. Cayo Julio César, dictador de Roma y pontífice máximo, fue asesinado en la Curia del teatro de Pompeyo donde se reunía el Senado de Roma.¿Por qué fue asesinado César? Los conspiradores alegaron que César era un tirano.Los líderes de la conjura contra César fueron tres: Bruto, Casio y Casca y según ellos decían "su espíritu era el de Catón", el espíritu de aquel loco seguía vivo para envenenar a estos criminales. Conjurados contra César todos los canallas antes mencionados y otros muchos más, decidieron asesinarle ese 15 de marzo durante la reunión del Senado. Sería fácil, ya que César no tenía una guardia que le protegiera y era la última oportunidad antes de que saliera de Italia a encontrarse con las nuevas legiones que ya aguardaban en Oriente. Los canallas, además de canallas eran unos bocazas, por lo que muchos senadores supieron de la conjura. La noche del 14 al 15 de marzo Calpurnia, la esposa de César, tuvo malos presagios y al amanecer rogó a su marido que no fuera al Senado. Tanto insistió que César estuvo a punto de hacerle caso, pero uno de los conjurados llegó y le convenció para que no diera crédito a las "supersticiones de mujer". César salió hacia la Curia de Pompeyo, lugar donde se reunía el Senado. Al llegar a la plaza de la Curia César vio a un adivino que días antes le había profetizado "César, guárdate de los idus de marzo". César, siempre guasón, se acercó a él y le dijo "Ya han llegado los idus". "Si, César -respondió el adivino-. Pero aún no han terminado..." Un hombre se acercó y le entregó un pergamino. "¡Léelo, César -le gritó-. Léelo antes de entrar en la Curia". Era una lista detallada de todos los conjurados, pero César no tuvo tiempo de leerlo y entró en la Curia con el rollo en la mano. En ese momento uno de los conjurados se acercó por detrás a César y le clavó su puñal en la espalda. César se volvió y se defendió clavándole el “stilo” que llevaba para escribir en el brazo al traidor, pero cayeron sobre él los demás conjurados apuñalándole. César aún tuvo fuerzas para empujarlos, pero los carniceros se lanzaron sobre él apuñalándolo con saña. Entonces, cubierto de heridas, desangrándose, Cayo Julio César se irguió con dignidad, se colocó la túnica para que al caer cubriera sus piernas y, siguiendo una milenaria costumbre, se cubrió la cabeza con la toga para no tener que ver el rostro de sus asesinos que volvieron a lanzarse sobre él apuñalándole hasta que cayó muerto a los pies de la estatua de Pompeyo Magno que presidía la Curia del teatro de Pompeyo.
En la obra de William Shakespeare Julio César, el dictador dirige sus famosas últimas palabras a Bruto: Tu quoque, Brute, fili mi (Tú también, Bruto, hijo mío)